CAYÓ por fin la añorada lluvia trayendo un limpio frescor. Por los cristales de las ventanas corrían bifurcándose ríos juguetones. La canalera tocaba alegremente con golpes de agua en la trompa del verano. Habíamos puesto la mesa en el porche. Comimos en alegre y silenciosa escucha, y en silencio nos señalábamos mutuamente con la cabeza...
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